Una herida que se cree bala

 


 

José Luis Morante.- Sin que sea necesaria para descubrir su existencia ninguna investigación de calado, en la concepción orgánica del aforismo dormitan las contingencias biográficas, los claroscuros del entorno social y las propuestas de un quehacer literario que bascula entre el pensamiento filosófico y el compromiso lírico. Los tres vértices temáticos conviven con naturalidad. Se complementan y dan pie a la miscelánea argumental. La reflexión es válida para escritores con itinerario cumplido y para nuevas incorporaciones al género como Carlos G. Munté (Barcelona, 1989), que ha cursado estudios de Dirección y Guion cinematográfico, trabaja como redactor publicitario y es autor de los poemarios Las copas que no bebí (Olifante, 2018) y Sniffin´Blue (Isla de Siltolá, 2021).

Esplendores mínimos es su amanecida aforística y sus breves son comentados con lucidez y afecto por Manuel Díaz Guía. El liminar concede a Carlos G. Munté el cálido papel de observador sorprendido, que somete a los materiales cosechados a un incansable proceso de decantación; una cualidad que también resaltaba en el laconismo directo de sus composiciones poéticas, y en el frecuente empleo de la ironía, aunque detrás de su aparente sonreír quede el latido de una sociedad áspera y experta en borrar sueños e ilusiones.
 
Antes de recorrer las páginas de Esplendores mínimos, el autor ha integrado dos apuntes reflexivos que sirven de apoyo a su estela de breves: “Un aforismo es una herida que se cree bala”, de Luis Yslas Prado, y “La naturaleza deja huellas, el hombre heridas”, de Hiram Barrios. En suma, dos excelentes compañeros de viaje que aportan al material argumental nuevos matices en torno al tantear humanista de esta estrategia expresiva.
 
Para Carlos G. Munté el mejor norte para sondear el aforismo es el decurso existencial. La prisa diaria hilvana sensaciones, destellos emotivos y tanteos del pensamiento en libertad. Y desde esa diversidad de enfoques nacen las miniaturas con luz del poeta. Veamos algunos hilos sueltos: “Como las estrellas, somos destellos caducos: viajantes de una muerte anunciada.”, “La vida es una carrera que nadie quiere culminar”. Los aforismos traducen las asimetrías cotidianas, no niegan nunca la soledad de quien escribe, pero no acallan sus palabras, para que renazcan en la tierra fértil del diálogo con el otro. El laconismo refuerza sus efectos terapéuticos con la sonrisa: “Las barras de los bares están ahí para dar apoyo”, “Escribir con brevedad para que tu legado no le pese a nadie”, “Cuando al atardecer contemplo absorto el mar en calma, me inunda siempre una tremenda sensación de pez”, “La vida hace al poeta. El bar, al aforista”, “Es terrible encontrar tu sitio en el mundo y que ya esté ocupado”.
 
La reflexión metapoética es un elemento redundante, como si la mínima brevedad de los textos propagara afinidades con los micropoemas del autor: “Poetas perfeccionando la técnica de parecer imperfectos…”, “Un poema recostado dibuja sobre el folio la silueta de una ciudad interminable”, “La literatura es reciclaje; la tinta que leo hoy es la misma con la que escribiré mañana.”, “Un libro de aforismos: la ley del mínimo esfuerzo en su máxima expresión”, “El aforismo es el ADN de toda construcción lingüística.”
 
El significativo despegue del aforismo como estrategia literaria que busca el primer plano, incorpora hornadas vitalistas al esquema conciso. Carlos G. Munté en Esplendores mínimos ubica en su punto de salida la pauta reflexiva y la presencia del humor porque “La mejor defensa es un buen ataque de risa”. En sus breves queda expuesto el esfuerzo verbal para mostrar una sensibilidad convivencial que nunca se contempla a pleno sol; que sabe que las certezas son meros chispazos de pólvora mojada, y que hay que seguir sembrando incertidumbres en la tierra fértil del paisaje afectivo para buscar miniaturas con luz, la percepción, más o menos exacta, de las cosas y su permeable identidad.
 
 
 

 

 El aforismo es un género cargado de pasado (su origen se remonta a la Grecia clásica), presente (la nómina de aforistas no deja de crecer) y futuros (los que seamos capaces de imaginarle, y algunos más). Aquí queremos desbrozar el camino para explorar algunos de ellos, en diálogo con otras artes y aceptando que, en pleno siglo XXI, la literatura no solo se escribe y se lee: también se recita, se oye y se ve.

 

¡Matrícula abierta!




 

  

Carmen Canet lee aforismos de Dionisia García


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5 rayados de Eduardo Torres


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10 inéditos de Ricardo de la Fuente 


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6 viñetas de Franz Frichard 



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10 inéditos de Gloria Fernández 






10 proverbios de Ander Mayora 
 

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 10 inéditos de Sergio García Clemente 

  

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Entrevista a Rafael Ruiz Pleguezuelos


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1x3 aforismos visuales de Fernando Megias

 

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 12 aforismos de Gregorio Luri sobre la naturaleza 


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10 inéditos de Carmen Canet 



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Manuel Neila: 40 formas de nombrar al aforismo 



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10 aforemas de Jorge R. Colmenero 


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6 aforismos sobre acuarelas de Susana Benet


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10 inéditos de Miguel Ángel Treceño 



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10 inéditos de Laura Millán 



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Euforismos. Del diario de Emilio López Medina 
 

 

 

 

  

6 viñetas de Ramón Eder


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 10 inéditos póstumos de Miguel Catalán


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3 manuscritos ilustrados de Fernando Menéndez


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10 inéditos de Gemma Pellicer

 

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10 inéditos de Ricardo Virtanen

 

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Disecciones, de Sihara Nuño

 

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10 inéditos de Manuel Feria


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Entrevista a Demetrio Fernández Muñoz
(avance)
 


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10 inéditos de Mario Pérez Antolín


 



KRÍPTICAS
Microrreseñas de libros
de aforismos


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Leer aforismos

 



El aforismo
y el pensamiento estroboscópico


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