Confesiones de una lectora de aforismos

 



Envíen sus aforismos anónimos a: apeaderodeaforistas@gmail.com


__________


Cada día me caen en las manos más libros de aforismos que se me caen de las manos.


Frasecillas: simpáticas en la red, odiosas en el libro.


La endogamia aforística genera monstruos.


¿De apestado a yerno perfecto? ¡Cómo ha cambiado el aforista!


A quien primero debe el aforista cantarle las verdades del barquero es a otro aforista. Y ay de ambos si no lo hace.


Tiene gracia que hablen de burbuja aforística quienes más han hecho por hincharla.


Aforista, ¡a tus aforismos! O sea, lejos de lo consabido.


Si cosecha un aplauso cerrado, es aforismo adulterado, o peor todavía: refrán precoz.


Un aforismo tiene que escribirse de perfil y leerse a la espalda, mientras te persigue como una mosca zumbona.


¡Pobre del libro de aforismos que queda por debajo de las ovaciones que cosecha! Tiene las páginas contadas.


¿Se le ve venir? No es un aforismo. ¿Te acaricia el pelo? Es una obviedad. ¿Le sientas a tu mesa? Es una máxima. ¿No se marcha al caer el sol? Ya se ha convertido en un maldito tópico.


No me hables de brevedades. Yo he leído aforismos de mil páginas y novelas de un suspiro, incluso de una interjección.